Crecí en Chascomús, un pueblo turístico ubicado a 120 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires, que es conocido por los atardeceres en su laguna y es visitado por muchísima gente. Todos los fines de semana, la costanera se llena de turistas que pasan la tarde disfrutando de la tranquilidad y el contacto con la naturaleza. Y si hay algo que no deja de sorprenderme es la cantidad de residuos que se dejan atrás cuando se vuelven a sus ciudades
Reflexionar sobre nuestro papel como turistas es importante porque, como todo en la vida, tenemos una responsabilidad que debemos asumir: hacernos cargo de nuestra basura.
Negar que la basura es un problema global no tiene sentido. Pero, ¿sabías que el turismo también tiene un impacto significativo? Puedo decirte que el 14% de la basura que se produce durante un año es generada por el turismo, o te puedo contar que de las 10 millones de toneladas de plástico que se tiran a los océanos por año, el turismo es una de las principales fuentes.
Es lógico que cuando visitamos un lugar, ya sea una playa, un parque nacional o un pueblito histórico generemos residuos, desde botellas de plástico hasta envases de comida. Todos estos desechos terminan acumulándose en los espacios naturales que tanto nos gustan.
Pero vamos a lo importante, ¿quién es el responsable de toda esa basura? La respuesta es clara: nosotros mismos. Debemos ser conscientes de nuestro impacto y asumir la responsabilidad de nuestras acciones. No podemos dejar nuestra huella de residuos en los lugares que visitamos y luego olvidarnos del tema. Tenemos que ser respetuosos con el entorno y dejarlo en el mismo estado en el que lo encontramos, o incluso mejor.
Es una cuestión de sentido común: si disfrutas de encontrar destinos turísticos limpios, ¿por qué vas a dejar residuos y privar a los que lo visitarán después de verlo igual? Es una cuestión de convivencia.
¿Qué tan seductor nos resultaría visitar las Cataratas si en sus aguas flotaran bolsas plásticas? ¿Iríamos a Purmamarca si estuviera repleto de colillas de cigarrillos?
La sensación de conocer un destino nuevo es inigualable, pero lo limpio que lo encontramos tiene mucho que ver con su belleza. Cuántos lugares conocemos que nos parecen increíbles pero que también nos genera desilusión ver la cantidad de basura abandonada en ellos. Y esto no sólo afecta al atractivo natural del lugar, sino también a las comunidades locales que viven del turismo.
Tenemos que pensar en qué tipo de turistas queremos ser: ¿elegimos respetar el espacio que visitamos y no contaminarlo con nuestra basura o preferimos no hacernos cargo de lo que nos toca y quitarles su belleza?
Yo lo tengo claro, ¿y vos?
Claus Bordenave
Embajador Verde