Si hay algo característico de la provincia de Tucumán en los últimos años es la basura. Sí, hoy al Jardín de la República se lo llama “Tucumán sucio” básicamente porque ya no es sorprendente encontrar montañas de residuos al lado de un arroyo. 

Problema

En Tucumán, los basurales oficiales más grandes están en Overo Pozo y San Felipe, donde reciben todos los días 800 toneladas de residuos: los entierran en pozos y mediante cañerías instaladas, hacen fluir los líquidos restantes hacia un piletón. Pero este no es el panorama total. 

En 2019, un estudio de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UNT, encontró que en el Gran San Miguel de Tucumán existen 500 basurales clandestinos y que la cantidad de basura que se almacena ahí, podría cubrir una superficie de 300 canchas como la de Atlético Tucumán. 

La separación de residuos y reciclaje en el total de nuestra provincia la gestiona, en gran medida, el tercer sector y parte del sector privado. Distintas ONGs, cooperativas u organizaciones de la sociedad civil, se involucran en el reciclaje mediante iniciativas propias. Un ejemplo es META Tucumán, una ONG que tiene como lema “Y vos, ¿qué hiciste hoy por Tucumán?” y que, a través de intervenciones artísticas, limpiezas, forestaciones, jornadas y charlas de concientización en espacios públicos, están generando un cambio cultural rotundo.

En el mismo sentido, las cooperativas de cartoneros presentes en Tucumán, cuya labor es esencial al momento de separar y valorizar residuos, se mantienen gracias a colaboraciones privadas y la comercialización de residuos puestos en valor. 

Soluciones a medias 

De todos modos, no es racional dejar que la colaboración y voluntad privada actúen por sí solas. Si deseamos ver grandes cambios y progresos, necesitamos una gestión pública avanzada y comprometida. Pues en todas partes del mundo la gestión de la basura es pública. En este aspecto, existen dos casos de éxito en el ámbito público tucumano y son los municipios de Yerba Buena y Tafí Viejo: 

  • Yerba Buena posee un sistema de recolección de residuos diferenciados; los reciclables se recogen todos los jueves en todo el municipio y existe un Centro de Reciclaje propio en constante funcionamiento. Asimismo, hay numerosos puntos verdes en plazas, parques, escuelas e inclusive en la municipalidad, y se hacen eco canjes para fomentar el tratamiento sostenible de residuos y la economía circular. 
  • Por otro lado, Tafí Viejo posee una moderna planta de reciclaje propia en donde procesan más de 130 toneladas de residuos al mes y otorga empleo a 64 operarios y 10 administrativos. Dicha planta de reciclaje tiene como objetivo procesar 250 toneladas al mes y lograr exportar residuos separados, procesados y reciclados. Al igual que Yerba Buena, hay numerosos puntos verdes y eco canjes. 

Vale la pena mencionar el caso de San Miguel de Tucumán. En la capital tucumana se llevó a cabo una pruebas piloto de recolección diferenciada de residuos en una zona determinada. 

A pesar de estas iniciativas, todavía persiste una cantidad preocupante de basurales que infringen la ley: según el artículo 1 de la ley N° 7.076, “queda prohibido en todo el ámbito del territorio de la Provincia la Disposición Final de Residuos Sólidos Urbanos a cielo abierto y/o su vuelco en cursos de agua”. Si bien en la ley se explicitan acciones posibles para los municipios, y se realizan algunos esfuerzos por erradicar los basurales, en general los vecinos terminan abriendo nuevos debido a la mala gestión y el elevado flujo de residuos.

La luz al final del túnel: CABA

Queda en evidencia que en esta agenda hay muchísimo más para hacer. Un buen ejemplo a seguir es el caso de la Ciudad de Buenos Aires, donde la basura transita por una economía completamente circular. Un porteño puede separar la basura, encontrar en su vereda un contenedor verde donde ponerla y asegurarse que la misma ingrese a un centro de reciclado para luego comercializar o iniciar un nuevo ciclo vital, como es el caso de los ladrillos de plástico en el Puente de la Mujer. El ejemplo de CABA es un precedente nacional y regional: políticas públicas bien monitoreadas enfocadas en la participación pública – privada entre el Estado y las Cooperativas de Recicladores Urbanos.

Conclusión

Todos tenemos la responsabilidad de empezar a separar residuos como lo hacen en las grandes ciudades del mundo. Lo mínimo que podríamos hacer es separar entre residuo seco (papel, cartón, plástico), residuo orgánico (todo aquello que puede regenerarse en la tierra) y basura (lo que ya no sirve para nada, que aunque no lo creas, es la menor cantidad). 

Para volver a ser el Jardín de la República, tenemos que arrancar por casa, llevar una agenda moderna al gobierno y otorgar condiciones adecuadas al sector privado. Sin alguno de estos componentes, lograr cambios sustantivos, se volverá realmente difícil.


Ine Palacios | @inepalacios
Politóloga y Obama scholar ´21


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