El planeta se está “calentando”. Lo notamos, por ejemplo, cuando nos damos cuenta que estamos viviendo uno de los inviernos más cálidos de la historia. Seguramente escuchaste que el calentamiento global está directamente relacionado con los llamados “gases de efecto invernadero”, que se producen cuando quemamos combustible básicamente para hacer todo lo que hacemos.

Como macroeconomista, que implica estar más enfocado en el análisis global de la economía, siempre busco entender cuáles son los “grandes” problemas en cada caso. Por eso, cuando leí una de las primeras consignas de Embajadores Verdes, “queremos ser mejores habitantes de este planeta”, traté de pensar e investigar un poco cuál es hoy la mayor amenaza para nuestro mundo. Algo así como buscar ser un macro-embajador verde.

Para mantener nuestro “estilo de vida” actual se necesita muchísima energía y eso calienta nuestro planeta. Un cuarto (25%) de los gases de efecto invernadero se generan para mantener prendidas todas las fábricas de acero, metal, químicos, tabaco, papel, etc. Un quinto (16%) para transportar lo que se produce en esas fábricas a las tiendas mayoristas o minoristas donde después lo compramos. Y otro quinto más (16%) para construir todo lo que vemos cuando salimos a la mañana a trabajar o estudiar, incluída nuestra casa. Ahí tenemos los mayores “culpables”. Para más info, fijate acá.

En economía, cuando el accionar de una persona trae consecuencias negativas para la sociedad que no se terminan de internalizar, o sea de pagar, le decimos “externalidad negativa”. Una definición rarísima para explicar, por ejemplo, por qué en muchos países se le aplican multas muy altas a quien tira una colilla de cigarrillo, que sabemos puede contaminar hasta 1.000 litros de agua.

Si lo pensamos un poco, ¿de quién es el agua que se contamina? De nadie y, a la vez, de todos. Nadie tiraría una colilla en el vaso de agua de otra persona, porque es muy visible que le estás contaminando el agua a esa persona, pero cuando alguien la tira a la vereda finge demencia y no lo percibe así.

Volviendo. Como por el simple hecho de comer, transportarse, dormir bajo techo, estamos generando gases de efecto invernadero y afectando al planeta, todo lo que no se produce con energías más “limpias” (solar, eólica, nuclear, etc) debería pagarse “extra”. Es como que en tu factura veas, cuando compras leche proveniente de “energías contaminantes” (quemando petróleo, gas, carbón, etc.), un impuesto (¿otro más?) que diga “contaminación ambiental”.

Lo loco es que en Argentina pasa todo lo contrario, tenemos subsidios al consumo de energía eléctrica/gas natural, mientras que el único impuesto al combustible (nafta) se redujo a la mitad en los últimos años. Ok, habrá gente que puede decir, pará porque nuestro país no es el principal “contaminador” en términos de gases de efecto invernadero. Ese es China, que igual hay que decir que está apurando la transición a energías más limpias.

Hay todo un debate sobre cómo los países que se desarrollaron usando energías contaminantes hoy le piden a los países que se están desarrollando que las dejen de usar. Un poco injusto, podría decirse. Al final, deberían ser esos países los que financien la transición energética de los que, por desarrollarse más tarde, están en desventaja. Materia del activismo en términos geopolíticos.

Entonces, mientras se salda esa discusión…dame más gasolina?… Mmm…no. Me apego a la última consigna del manifiesto de EV: “el cambio verdadero sólo se logra a través de la acción colectiva”. Porque sólo con el esfuerzo incesante de muchos activistas, es que la transición energética se mantiene en agenda de gobiernos e instituciones internacionales.

Y si pensás que capaz el activismo no tiene impacto en el resto, el otro día me topé con el “efecto Greta” (Greta Thunberg es una activista que se negó a seguir viajando en avión debido a la alta contaminación que genera): en Suecia, de donde es ella, los viajes aéreos “cortos” (los que se pueden reemplazar por otro medio de transporte menos contaminante) se redujeron en un 10%. Creer o reventar.


Víctor Ruilova | @vic_ruilova
Macroeconomista


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